miércoles, 18 de abril de 2012

Hemos terminado en Valença do Miño.

Si agua tenía el cielo no ha caído encima, desde el principio de la etapa, donde mirábamos el cielo desde la casa de freigexia de Barcelinhos, con unas impresionantes vistas sobre el puente, muralla e iglesia con la esperanza de que se sostuviera sin caer la amenaza, y así fue hasta que terminamos de desayunar... desde entonces no ha dejado de llover... y son más de las 10 de la noche. Así que lo que en un principio era seguir las flechas se ha convertido en no perderlas mientras vamos por la carretera, o por lo menos tener la confianza de seguir un trazado paralelo. Esto ha sido así hasta Ponte de Lima punto en el cual el terreno se vuelve más montañoso y las alternativas más complicadas, la lluvia nos hace parar al menos en cinco ocasiones pues hasta duele donde cae, lo que convierte las paradas de autobús en refugios, a costa de perder tiempo y pasar mucho frío.
 Sobre las 4 de la tarde hemos llegado a destino, cómo dos sopas, el equipaje lo mismo, pero al venir todas las prendas en bolsas al menos hemos salvado el día por segunda vez.
Bueno, nos vamos a la cama, que los peregrinos de a pie se levantan muuuuy temprano.


BARCELINHOS-VALENÇA DO MINHO.
DISTANCIA: 73,4 KM.
TIEMPO: 5:05 H.

Bueno, parece que dan las 7 y aquí no se levanta nadie... mi compi me mira con cara rara, menos mal que el primer día si hubo peregrinos de a pie y se portaron como se espera de ellos, pero estos... han sido capaces de quedarme en ridículo, así que al final me asomo abajo y le digo que si no nos levantamos, porque nadie parece dispuesto a poner el pie en el suelo, la temperatura ha bajado durante la noche y se apetece algo de abrigo. Yo necesito ponerme el chaleco además de la ropa de calle para estar agusto, y no soy friolero.
Salimos, sin recoger nada, pues hay gente durmiendo... hasta el bar que está justo enfrente del albergue, al lado del Cuartel de Bomberos Voluntarios (donde ayer limpiamos las bicicletas que venían llenas de barro y no era cuestión de ensuciar en exceso el albergue) y como siempre, dulces diarios recien hechos, el cielo parece que se va a caer, aunque no llueve, pero no hay problema, cuando por fín nos cambiamos de ropa empiezan las primeras gotas, que van a ser muchas.
Desde el principio no ha sido una jornada tranquila, aunque sí perezosa, no apetece dar pedales bajo el agua, pero cuando sabes que el agua no va a parar en todo el día, te lo tomas con otra resignación, máxime cuando esta etapa tiene unas zonas de bosque muy bonitas, amén de ser la última en territorio portugués, así que cuando ponemos rumbo otra vez a Barcelos, nos encontramos una tienda de periódicos abierta, donde compramos 3 gallos típicos de aquí, aparte de ser el símbolo de todo el país, y continuamos ruta dirección Ponte de Lima, parando en la localidad de Fraga, lugar donde nos quedamos en el famoso Hotel a dormir en la pasada ruta, pero solo coincidimos en el bar donde desayunamos. Café calentito, con un par de pasteles, y cayendo todo el agua del mundo encima de nosotros, lo que aumenta la pereza. Luego desde allí a Ponte de Lima es bastante más suave en cuestión de orografía y la entrada en la población es espectacular, por un paseo de árboles muy viejos, no me atrevería a decir centenarios, pues desconozco variedad y edad de los mismos, pero sí es una zona muy bonita, y como lugar de paseo ha de ser muy gratificante.
Cruzamos el río por el puente medieval y el albergue situado justo despues se encuentra cerrado, con lo cual no podemos sellar aunque tenía interés en tener un sello de allí, otra vez será... y empieza el dilema, pues la lluvia a ratos nos hace parar debido a la intensidad que presenta, no hay alternativa viable por carretera en algunas zonas por donde nos envían tanto el track como las flechas, y el barro es oscuro y pegajoso, haciendo imposible ciclar por estos terrenos, así que cuando ya conseguimos una ruta paralela al track por carretera, pues nos disponemos a seguirla, cuando nos sorprendemos que el mapa del Topolusitania nos la vuelve a jugar, y la carretera no va por donde está dibujado en el mapa. Despues de varias subidas y bajadas, y gracias a los lugareños, conseguimos llegar a lugar franco donde poner buen rumbo hacia destino, todo esto debajo del fuerte aguacero de todo el día.
Cuando creíamos que ya habíamos pasado lo peor, y debido a que estas jornadas son buenas para valorar lo que uno tiene, lo que ha conseguido, lo que deja atrás cuando abandona de forma puntual el calor del hogar y se mete en estas aventuras, pues los ánimos tienden a deprimirse, por lo que ni siquiera caímos en comprar para comer ese día... así que cuando nos pareció usamos una de las numerosas paradas de bus para resguardarnos de la lluvia y comernos varias barritas de pan de dátil acompañadas de agua del bote con edulcorante sabor té con limón. Gratificante no suena, pero era lo que había, y encima teniendo que moverte a cada instante para no quedarte helado, pues el aire no paró en ningún momento de la jornada. Cuando me dispongo a ver la predicción del tiempo me cortan de nuevo internet, esta vez de forma irreversible, cuando no había consumido ni siquiera el 20% de lo contratado... pero llegaban tarde porque donde estaba ya me daba lo mismo.

Como no apetecía hacer sobremesa larga, ya por carretera, teniendo que parar cada cierto tiempo por la dureza con la que caía el agua, con la tristeza de no dejar las piedras de mis niñas en el lugar que había elegido para ello, superamos la cota máxima y desde ese momento empezamos a bajar, por una carretera sin tráfico paralela a la moderna autovía en dirección al destino por hoy, con bastante frío, pero sin poder ponerte más ropa, pues el agua te impide retirar los aislantes de las alforjas, no hicimos apenas una sola foto en toda la jornada, porque las cámaras se empapaban nada más sacarlas de la funda, y en esas vi un altar pequeñito, donde me decidí a dejar las piedras, fotos rápidas y vuelta a la rutina con unas ganas enormes de llegar.

Cuando nos acercábamos a la población, donde ya se juntan de nuevo el trazado del Camino y la ruta elegida de forma forzosa por nosotros vemos que hay varios grupos de peregrinos a pie con todo tipo de sistemas para hacer resbalar el agua, pero todos por igual iban empapados hasta las orejas... Una vez llegamos al albergue nos encontramos que estaba cerrado, y las piernas nos decían que ni un paso más, y cruzar la frontera menos todavía, cuando se asoma un peregrino alemán que nos dice que pasemos, que la responsable del albergue le había dado la llave por si venía gente con la que estaba cayendo. Así que entramos las bicis, subimos las alforjas como pudimos a las habitaciones y en cuanto tuvimos a la vista lo que nos hacía falta para la ducha, allá que nos fuimos sin estirar, comer, nada... el cuerpo lo que quería era entrar en calor cuanto antes y máxime cuando todo el interior de las alforjas estaba mojado, gracias a las bolsas con cierre de clip la ropa estaba al menos solo húmeda. Para más inri, en el albergue no hay calefacción y la alberguista, cuando llegó se trajo de su casa un calefactor pequeño, y todos los que allí estábamos, pues llevamos la ropa a la habitación de minusválidos, que fue donde se pusieron todos los tendederos y el aparato conectado.
No podría nunca describir el olor que salía de allí, pues hubo que dejar un poco la ventana abierta y la puerta, para evacuar la humedad, pero era de lo peor que hayan probado estas narices... bueno, pues una chica... ¡Se durmió allí esa noche! Creo que le hizo falta mucho estómago, problemas en las pituitaria o mucha necesidad por sueño atrasado.

Cuando ya entramos en calor, pusimos en orden lo que se salvó de la quema, a secar como pudimos las alforjas, bolsas y demás, pues salimos a la calle para tomar un café caliente, con un dulce, claro, con la única salvedad que por la cercanía de la frontera los precios son más altos. Cuando al principio del periplo desayunábamos los dos con nuestro dulce y café por 2,50, 2,70 e incluso por 2,40 euros, hoy han sido 3,20... pero como estábamos tan cerca de casa por lo menos ya volvimos a colocar la tarjeta telefónica de datos española, funcionando en modo manual con cobertura sin demasiados problemas. Después de un breve paseo amenizado con algo de lluvia, pero ni mucho menos la que fue cayendo a lo largo del día, dimos un paseo por la zona comercial y encontramos un bar un poco más alejado, con un buen menú, lo que se conoce como un bar de “currantes” donde por 6 € por barba, sopa, bacalao con arroz y ensalada, postre, cerveza y café, lo hicimos realmente bien, muy rico todo, casero, con buen sabor y económico, el que quiera más etiqueta tiene donde elegir.

Bueno, pues no acaban aquí las peripecias, porque cuando salí a llamar por teléfono, y volvía a llover con fuerza, dos ciclistas, ya de noche, subían, uno con ayuda del otro, la cuesta del albergue... bufffff increíble, con la que estaba cayendo en ese momento. Bueno, pues de vuelta pude hablar con uno de ellos y salieron tambien desde Barcelos, pero decidieron subir por la montaña y aquello fue un infierno, sin parapeto alguno que te protegiera de la lluvia, el ciclista que era ayudado llevaba una doble Specialiced de 29” con doble plato, así que mover ese mostruo rodador por esos parajes es poco menos que imposible, máxime cuando la carga se encontraba en una mochila a su espalda, y no parecía vacía.

En cuanto se fue el sol, nosotros nos fuimos a la cama, los grupos estábamos alejados unos de otros, la variedad de idiomas y nacionalidades era bastante, así que cada uno con la suya... esperando que ahora sí, los de a pie nos sacaran de la cama.