sábado, 14 de junio de 2008

EL TINTERO

Como ya me ocurrió el año pasado al terminar mi Vía de la Plata desde la puerta de mi casa, en Villanueva de la Serena, siento que despues de las crónicas hay algo que me queda por decir, algo personal y que tan solo tiene que ver con las vivencias que cada uno tiene, en ese momento y en ese lugar, y que en ningún caso, son extrapolables a lo que cada uno vamos a vivir en nuestro peregrinaje o simplemente, en la aventura o sucesión de días en bicicleta por caminos que no conocemos en compañía de unos amigos, siempre según el cristal del vaso por el que se mire.
Dentro de este blog y antes de pasar a enumerar las etapas por separado, tengo que decir que hay algunas mentiras, unas por error, y otras por omisión, las primeras tienen que ver con las distancias recorridas, pues he necesitado dos peregrinajes para darme cuenta que mi cuentakilómetros inalámbrico sigue corriendo si al hacer el empujin me coloco en el lado derecho, es decir, arrimando el pulsómetro al mismo, con lo que las distancias, evidentemente, son erróneas. De esto me di cuenta en la etapa de Oporto, al ver que no coincidían el día anterior las distancias con los otros dos relojes. Pido perdón, pero como no sé exactamente la distancia, me limito a escribir lo que ya tengo...
La otra mentira, por omisión, tiene que ver con la orografía, ni aproximada ni exacta, del terreno por donde hemos rodado, a alguno de los lectores le parecerá este blog más un tebeo de 3 amigotes que se van de juerga y cuentan sus batallitas que una ayuda en su próxima peregrinación. Nada más lejos de la realidad, pero sí tengo que decir en mi descargo lo siguiente: Portugal es un país fantástico, donde cualquiera puede ir sin conocer el idioma, su trato es exquisito con los peregrinos, y su Camino de Santiago nada tiene que envidiar a cualquiera de los que tenemos en España, tanto a nivel de alojamiento, como gastronómico y esa es la esencia que he querido reflejar en este blog.
Tambien hay que decir que se trata de una ruta totalmente nueva, se terminó de pintar sus flechas entre Lisboa y Oporto en la primavera de 2006, y la intención de la Iglesia portuguesa es, por todos los medios, que el camino pase invariablemente por Fátima, aún cuando la Asociación no lo contempla así. Creo que hay una dura batalla por librarse y no nos corresponde a los peregrinos, aunque si me preguntan no dudaré en decir que me parece un tanto absurdo pasar por Fátima, y que para hacerlo te tienes que tragar un montón de kilómetros de asfalto, cosa que a mí particularmente no me gustó.
No quiero dejar pasar tampoco el referirme al enorme trastorno que supone para los peregrinos que alguien, por reirse o por molestar, se dedique a borrar nuestras flechas, pues las considero tan mías como de cualquiera de nosotros que las utilice, como nos ocurrió en la etapa que termina en Oporto, pues aunque para los ciclistas un error no nos supone un trastorno demasiado grave, para los peregrinos de a pie les puede suponer tener que dormir esa noche al raso. Supongo que el día que hicieron esa gamberrada dormirían tranquilamente en su camita, por lo que recomiendo encarecidamente que quien siga nuestros pasos tenga especial cuidado en las flechas y que estas estén perfectamente pintadas en la etapa que termina en Oporto.
El resto del relato, salvo pequeños errores, es verdad casi en su mayoría, en otras, la memoria me ha jugado una mala pasada, me caí uno de los días, pero no lo apunté, y ahora no sé cual fue dicho día, más que nada por saber donde me compré la parcelita de camino que me corresponde aunque no se me olvida el revolcón y los pinchazos de las zarzas, que fueron muchos.

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