viernes, 6 de junio de 2008

COIMBRA- ALBERGARIA LA BELHA







DISTANCIA: 75,570 Kkm.
TIEMPO: 5h 18´08´´
AVS: 14,3 km/h.
MAX: 59,1 km/h.

No hay manera de irse a la cama temprano, si no es por una cosa es por otra, nos quedamos mirando las motillos que se gastan los bomberos zapadores portugueses, estos no son voluntarios sino funcionarios, y se nota en el poder adquisitivo por las máquinas que tienen estacionadas. Otra cosa que nos llamó la atención es que los de Telepizza tenían motos de 500 para el reparto, y más al precio que tiene la gasolina lusa, sobre 30-40 céntimos más cara que la nuestra, y apretándole al puño del gas con muy escasos miramientos, como para matar al repartidor si la pizza llega fría.
Me levanto temprano para reparar la bici y pido una llave inglesa para quitar los piñones, pues llevo la llave especial que hace falta... y me llevo el bombero puesto para lo que necesitase, no es broma, me pusieron un tío para que me ayudase, en fín, es de agradecer. Ya con las llaves, además hay un radio roto que quito y pongo de los que llevo de repuesto, pero al ir a colocar la cadena parto el troncha por la mitad, pues es de plástico, más ligero que los de hierro, pero más frágil, con lo que tengo que llevarme todo el conjunto a un banco de trabajo para poder sujetar el troncha partido y allí apretar el bulón de la cadena, cosa que hicimos sin mayor problema aunque terminamos algo más tarde de lo esperado.
Nuestra sorpresa del día la tuvimos cuando al pedir que nos pusieran el Carimbo (sello, no lo olvideis) se presenta el Chefe y nos da un fuerte apretón de manos y nos obsequia con un libro dedicado con la historia del Cuartel y la fecha de nuestra estancia. Es de agradecer, así como lo bonito de la estancia y la ayuda que necesitamos.
Esta etapa está marcada por la alternancia de caminos de tierra propiamente dicho, más adelante carretera secundaria con mal firme y menos tráfico al principio para dar paso a interminables kilómetros de pavés portugues, que no es otra cosa que adoquines de mármol de diversos colores colocados en cuadrados durante interminables kilómetros, pero que ya están totalmente en desuso salvo el muy escaso tráfico local, en definitiva, no vimos ni un solo coche en los tramos de pavés.
Como ha sido costubre hasta ahora, compramos las viandas en algún supermercado, en las poblaciones de paso donde los haya, o bien en los colmados que nos vamos encontrando, en este caso hay super y nos paramos un rato a comer un par de sándwich de queso con un par de cervezas que sientan como el mejor manjar, luego a dar de nuevo pedales entre pequeñas poblaciones que se van haciendo más grandes según nos acercamos a nuestro destino de hoy Albergaria. Hoy en ningún momento hemos descuidado las flechas, siguen estando en sitios estratégicos y bien colocadas que hacen que no tengas que estar demasiado concentrado en buscarlas.
Llegamos bien entrada la tarde a nuestro destino, y buscando el Cuartel que se suponía había de ser nuestro lugar de pernocta nos informan que allí tan solo podemos asearnos y lavar la ropa, para dormir ha de ser en la casa del cura, pero que está a unos 300 metros hacia abajo, en dirección a la Iglesia matríz. Nos dirigimos allí y una mujer mayor me recibe con buenos modales aunque me mira con cara de pocos amigos, se conoce que no le he gustado, pero a los pocos minutos sale el cura, quien me entrega una llave y me enseña la puerta por la que hemos de entrar, así como dos colchones que han conocido mejores épocas para pasar la noche, teniendo para nosotros solos una estancia de unos 60 metros para elegir donde queremos dormir. Colocamos nuestros lechos, y resulta que al sacarlos aparece un tercer colchón, alivio, no hay que jugarse el suelo a los chinos. Posteriormente nos duchamos en el citado cuartel, donde lavamos y tendemos la ropa confiando en que se seque para la hora de salir. Para cenar nos recomiendan un asador en la calle que sube desde el cuartel, en la cera de la izquierda, siendo toda esta zona de nueva construcción. Allí nos trasegamos una estupenda sopa de repollo (menos mal que esto no lo va a leer mi mujer), así como 3 raciones de pollo asado con salsa especial que estaba riquísimo, acorde con el vino verde de la zona, de estas cayeron dos buenas botellas sin el más mínimo respiro a ninguna de ellas.
Debido a lo avanzado de la hora, y aunque fuimos todo el camino a medio gas para evitar problemas en la rodilla de JD, las horas encima de la bici no nos las quita nadie. La verdad es que se nos notó en gran medida en el estado de ánimo pues disfrutamos más del paisaje, del Camino y de la explosión de la primavera. Llamadas telefónicas de rigor y a la camita que mañana será otro día.

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