KILOMETROS: 126,91
TIEMPO: 8h 03´ 49´´
VELOCIDAD MEDIA: 15,7 KM/H
Partimos desde casa a eso de las 23 horas del último día de Mayo para recoger a JD en la vecina localidad de Don Benito en dirección a Mérida, lugar más cercano donde tiene parada el autobús con destino Lisboa, pero como las bicis han tenido que quedar en casa de un amigo, junto a la estación de autobuses, pues en la consigna no había sitio, ha habido que recogerlas antes de las 0 horas para no interrumpir su descanso. Nos toca una hora de espera que es amenizada por parte del limpiador nocturno de la terminal, el cual desprende un sutil aliento etílico y una sonrisa y jovialidad cuanto menos sospechosas, pero hay que darle el angelito del día, pues cuando llega el autobús se marchaba sin nosotros debido a que nuestros billetes no figuraban en la hoja de ruta, debido, según dice el conductor, debido al cambio de fecha a partir de las 0 horas, algunos de los billetes no estaban contabilizados... así que no nos quedamos en tierra por un tris.
Este hombre que casualmente tambien se llamaba Juan, como nosotros tres le facilitó los resguardos de las bicis para que fueran facturadas en la bodega del autobús, pues con los originales de los resguardos al conductor no le valía, así que el resto de viajeros nos miraban con cara de pocos amigos. Embarcamos y Juanito se da cuenta que se ha olvidado el teléfono en el coche al bajarse. Hacemos a su padre, que ha sido el que nos acercó hasta la estación volver a Mérida e intercepta al autobús justo cuando salía de la estación.
Pues nada, conseguí dormir una vez alcanzamos Badajoz capital con mi cabecita apoyada en el saco de dormir, al lado de JD hasta el Puente Vasco de Gama, los asientos del autobús son de cuero y perfectos para una buena siesta. Si nos adaptamos a la hora local, hemos llegado a Lisboa a las 3:30 horas, en plena salida del concierto Rock&Rio, con bastante gente algo cargada y la policía nos recomienda no movernos de la estación hasta que amaneciera para evitar problemas. Aún así, en el 24 horas de la gasolinera colindante a la estación de Oriente estuvimos a punto de liarla con un grupo que tenía ganas de reirse y optó por que fuera de nosotros. Montamos las ruedas y las alforjas en las bicis y las ponemos en orden de marcha en espera de la luz del sol.
A eso de las 5 de la mañana, un tanto aburridos ya, dimos cuenta de unos bocadillos que nos preparó la mujer de Juanito y sentaron la mar de bien, e iniciamos la marcha en dirección a la Sé con el GPS en ristre para no perdernos. Al llegar a la Torre Vasco de Gama y ante la total ausencia de gente optamos por cambiarnos de ropa aprovechando las esculturas que nos hicieron las veces de vestuarios y lucir las indumentarias bicigrinas.
Primeras fotos y nos quedan unos 8 km. hasta la Sé (catedral en español) y la encontramos cerrada. Despues de hacer algo de tiempo en la Plaça do Comercio un guardia nos informa que abren a las 9. El motivo de esperar es la de recoger las credenciales, pues despues de 3 semanas escribiendo mensajes a las diferentes asociaciones del camino, no obtuvimos respuesta en ninguna de ellas. Justo a la puerta de la Sé encontramos la Iglesia de San Antonio que nos informan que ellos no tienen credenciales y creen que en la Sé tampoco, pero que vallamos a la Iglesia de San Nicolas que está bastante cerca y creen que allí sí. Esta se encuentra cerrada, vuelta a la Sé y entre medias paramos en una cafetería y empezamos a probar los dulces portugueses, y empiezan a gustarnos. La Sé por fin abre sus puertas, pero efectivamente, no tiene credenciales, pero alomejor en el convento de Santa Clara las podemos conseguir. Primera persona desagradable del día: el que vende las entradas del convento, que si no tienen nada que ver con la iglesia, que no moleste, en fín, que no toma all-bran, Así que a eso de las 10 y media, despues de dar un montón de vueltas nos vamos de Lisboa con un palmo de narices y con una sensación un tanto desagradable de esta ciudad, que particularmente a nosotros no nos ha gustado.
Cuando saliamos de la parte antigua de Lisboa siguiendo las flechas, que estas sí estaban en su sitio cumpliendo su función, paramos en la Iglesia de San Bartolomé y nos encontramos a un cura mayor, ya vestido para el oficio religioso, que nos hace pasar a su despacho y les enseñamos los billetes de autocar informándole que somos peregrinos y no tenemos credencial y ni corto ni perezoso les da la vuelta y les estampa 3 sellos como 3 soles con su firma y la fecha de cuando hemos pasado por allí. No nos parece mala idea, le damos las gracias e iniciamos camino con otro color de cara.
Volvemos nuevamente a las antiguas instalaciones de la Expo y la Torre Vasco de Gama por el Caminho do Tejo con buena señalización, pero son ya las 11 de la mañana. Segunda lección de portugués “las flechas amarillas conocidas allí como setas amarelas hasta Oporto no fuimos capaces de preguntar a nadie que las hubiera visto”.
Ahora, el sitio donde nos cambiamos está lleno de gente, siendo un Domingo por la mañana, y comienza una vereda muy transitadas por bicis que se cruzan con nosotros y nos miran con cara extrañada, llegando alguno a preguntar cual es nuestro destino, y que es un poco tonto entonces dar la vuelta tan grande que vamos a dar. El camino a la vera del Tajo es perfectamente ciclable y va pegado a la vera del agua, siendo en alguna ocasión carretera secundaria con escaso tráfico.
Abandonada finalmente Lisboa, nuestra primera parada es en el museo del ejercito del aire, fotos y primeras complicaciones con las flechas. Te llevan a una estación de tren que hay que pasar por escaleras, o bien por el ascensor para salvar las vías del tren. En esta zona los trenes van muy rápido y desaconsejamos rotundamente saltarse las vallas por el peligro que esto conyeva.
Debido a que nos sentimos muy originales, pues paramos para comer en un Mcdonalds en la localidad de Azambuja, necesitamos calorias rápidas y nos pareción una buena idea. Creo que todavía no hemos cambiado el chip para convertirnos en peregrinos. A la salida y por más que buscamos no encontramos las flechas, así que decidimos tirar por carretera los últimos kilómetros de la etapa, pues vamos con bastante retraso debido a que no contábamos con los problemas surjidos en Lisboa, aunque con la esperanza de encontrarlas más adelante. No hubo suerte y llegamos a destino sin haberlas visto. Colocamos la dirección en el GPS pero no ha habido suerte, los bomberos se han cambiado al cuartel nuevo, por lo que tenemos que pedir indicaciones a los lugareños, llegando a nuestro destino a las 9 y media de la noche. La verdad es que estábamos rotos. Aprovechando que chapurreo algo de portugues me lanzo, pero es difícil, pues no es lo mismo el Alentejo cuyo portugués se comprende algo mejor que esta zona, con acento más cerrado y difícil de comprender. Aún así conseguimos nuestro objetivo, sitio para dormir e indicaciones de donde cenar. Acomodamos nuestras bicis y nos presentan nuestros aposentos que no son otros que un salón diáfano en el primer piso del Cuartel de Bombeiros con suelo de madera como mullido colchón. Es lo que hay y es muy tarde, lo que no nos permite margen de maniobra. Lavamos la ropa y preparamos las esterillas para dormir como se pueda. Despues y por cercanía cenamos en un chino que hay frente al Cuartel, donde saboreamos la diferencia entre los chinos de aquí y los de allí. Les diría como se pide un rollito de primavera en portugues, pero prefiero que lo descubran Vdes. Mismos.
Ya en la habitación nos damos cuenta de la calidad del saco de dormir de Carrefour de 25º. Es parecido a las mantas que dan en los aviones, o sea, una sábana y poco más, así que Juanito pasa una noche de perros con un montón de frío aunque nos proporcionaron varias mantas. Como el resto de los cuarteles sean igual creo que tenemos que cambiar de estrategia.
TIEMPO: 8h 03´ 49´´
VELOCIDAD MEDIA: 15,7 KM/H
Partimos desde casa a eso de las 23 horas del último día de Mayo para recoger a JD en la vecina localidad de Don Benito en dirección a Mérida, lugar más cercano donde tiene parada el autobús con destino Lisboa, pero como las bicis han tenido que quedar en casa de un amigo, junto a la estación de autobuses, pues en la consigna no había sitio, ha habido que recogerlas antes de las 0 horas para no interrumpir su descanso. Nos toca una hora de espera que es amenizada por parte del limpiador nocturno de la terminal, el cual desprende un sutil aliento etílico y una sonrisa y jovialidad cuanto menos sospechosas, pero hay que darle el angelito del día, pues cuando llega el autobús se marchaba sin nosotros debido a que nuestros billetes no figuraban en la hoja de ruta, debido, según dice el conductor, debido al cambio de fecha a partir de las 0 horas, algunos de los billetes no estaban contabilizados... así que no nos quedamos en tierra por un tris.
Este hombre que casualmente tambien se llamaba Juan, como nosotros tres le facilitó los resguardos de las bicis para que fueran facturadas en la bodega del autobús, pues con los originales de los resguardos al conductor no le valía, así que el resto de viajeros nos miraban con cara de pocos amigos. Embarcamos y Juanito se da cuenta que se ha olvidado el teléfono en el coche al bajarse. Hacemos a su padre, que ha sido el que nos acercó hasta la estación volver a Mérida e intercepta al autobús justo cuando salía de la estación.
Pues nada, conseguí dormir una vez alcanzamos Badajoz capital con mi cabecita apoyada en el saco de dormir, al lado de JD hasta el Puente Vasco de Gama, los asientos del autobús son de cuero y perfectos para una buena siesta. Si nos adaptamos a la hora local, hemos llegado a Lisboa a las 3:30 horas, en plena salida del concierto Rock&Rio, con bastante gente algo cargada y la policía nos recomienda no movernos de la estación hasta que amaneciera para evitar problemas. Aún así, en el 24 horas de la gasolinera colindante a la estación de Oriente estuvimos a punto de liarla con un grupo que tenía ganas de reirse y optó por que fuera de nosotros. Montamos las ruedas y las alforjas en las bicis y las ponemos en orden de marcha en espera de la luz del sol.
A eso de las 5 de la mañana, un tanto aburridos ya, dimos cuenta de unos bocadillos que nos preparó la mujer de Juanito y sentaron la mar de bien, e iniciamos la marcha en dirección a la Sé con el GPS en ristre para no perdernos. Al llegar a la Torre Vasco de Gama y ante la total ausencia de gente optamos por cambiarnos de ropa aprovechando las esculturas que nos hicieron las veces de vestuarios y lucir las indumentarias bicigrinas.
Primeras fotos y nos quedan unos 8 km. hasta la Sé (catedral en español) y la encontramos cerrada. Despues de hacer algo de tiempo en la Plaça do Comercio un guardia nos informa que abren a las 9. El motivo de esperar es la de recoger las credenciales, pues despues de 3 semanas escribiendo mensajes a las diferentes asociaciones del camino, no obtuvimos respuesta en ninguna de ellas. Justo a la puerta de la Sé encontramos la Iglesia de San Antonio que nos informan que ellos no tienen credenciales y creen que en la Sé tampoco, pero que vallamos a la Iglesia de San Nicolas que está bastante cerca y creen que allí sí. Esta se encuentra cerrada, vuelta a la Sé y entre medias paramos en una cafetería y empezamos a probar los dulces portugueses, y empiezan a gustarnos. La Sé por fin abre sus puertas, pero efectivamente, no tiene credenciales, pero alomejor en el convento de Santa Clara las podemos conseguir. Primera persona desagradable del día: el que vende las entradas del convento, que si no tienen nada que ver con la iglesia, que no moleste, en fín, que no toma all-bran, Así que a eso de las 10 y media, despues de dar un montón de vueltas nos vamos de Lisboa con un palmo de narices y con una sensación un tanto desagradable de esta ciudad, que particularmente a nosotros no nos ha gustado.
Cuando saliamos de la parte antigua de Lisboa siguiendo las flechas, que estas sí estaban en su sitio cumpliendo su función, paramos en la Iglesia de San Bartolomé y nos encontramos a un cura mayor, ya vestido para el oficio religioso, que nos hace pasar a su despacho y les enseñamos los billetes de autocar informándole que somos peregrinos y no tenemos credencial y ni corto ni perezoso les da la vuelta y les estampa 3 sellos como 3 soles con su firma y la fecha de cuando hemos pasado por allí. No nos parece mala idea, le damos las gracias e iniciamos camino con otro color de cara.
Volvemos nuevamente a las antiguas instalaciones de la Expo y la Torre Vasco de Gama por el Caminho do Tejo con buena señalización, pero son ya las 11 de la mañana. Segunda lección de portugués “las flechas amarillas conocidas allí como setas amarelas hasta Oporto no fuimos capaces de preguntar a nadie que las hubiera visto”.
Ahora, el sitio donde nos cambiamos está lleno de gente, siendo un Domingo por la mañana, y comienza una vereda muy transitadas por bicis que se cruzan con nosotros y nos miran con cara extrañada, llegando alguno a preguntar cual es nuestro destino, y que es un poco tonto entonces dar la vuelta tan grande que vamos a dar. El camino a la vera del Tajo es perfectamente ciclable y va pegado a la vera del agua, siendo en alguna ocasión carretera secundaria con escaso tráfico.
Abandonada finalmente Lisboa, nuestra primera parada es en el museo del ejercito del aire, fotos y primeras complicaciones con las flechas. Te llevan a una estación de tren que hay que pasar por escaleras, o bien por el ascensor para salvar las vías del tren. En esta zona los trenes van muy rápido y desaconsejamos rotundamente saltarse las vallas por el peligro que esto conyeva.
Debido a que nos sentimos muy originales, pues paramos para comer en un Mcdonalds en la localidad de Azambuja, necesitamos calorias rápidas y nos pareción una buena idea. Creo que todavía no hemos cambiado el chip para convertirnos en peregrinos. A la salida y por más que buscamos no encontramos las flechas, así que decidimos tirar por carretera los últimos kilómetros de la etapa, pues vamos con bastante retraso debido a que no contábamos con los problemas surjidos en Lisboa, aunque con la esperanza de encontrarlas más adelante. No hubo suerte y llegamos a destino sin haberlas visto. Colocamos la dirección en el GPS pero no ha habido suerte, los bomberos se han cambiado al cuartel nuevo, por lo que tenemos que pedir indicaciones a los lugareños, llegando a nuestro destino a las 9 y media de la noche. La verdad es que estábamos rotos. Aprovechando que chapurreo algo de portugues me lanzo, pero es difícil, pues no es lo mismo el Alentejo cuyo portugués se comprende algo mejor que esta zona, con acento más cerrado y difícil de comprender. Aún así conseguimos nuestro objetivo, sitio para dormir e indicaciones de donde cenar. Acomodamos nuestras bicis y nos presentan nuestros aposentos que no son otros que un salón diáfano en el primer piso del Cuartel de Bombeiros con suelo de madera como mullido colchón. Es lo que hay y es muy tarde, lo que no nos permite margen de maniobra. Lavamos la ropa y preparamos las esterillas para dormir como se pueda. Despues y por cercanía cenamos en un chino que hay frente al Cuartel, donde saboreamos la diferencia entre los chinos de aquí y los de allí. Les diría como se pide un rollito de primavera en portugues, pero prefiero que lo descubran Vdes. Mismos.
Ya en la habitación nos damos cuenta de la calidad del saco de dormir de Carrefour de 25º. Es parecido a las mantas que dan en los aviones, o sea, una sábana y poco más, así que Juanito pasa una noche de perros con un montón de frío aunque nos proporcionaron varias mantas. Como el resto de los cuarteles sean igual creo que tenemos que cambiar de estrategia.
1 comentario:
Que guapo este viaje. Yo quieor hacer algo parecido. Salir de LIsboa hacia cualquier parte, y si es Santiago, mejor.
un saludo!
Flavio
Publicar un comentario